Lo confieso: me encanta vender.
"Y me encanta ganar dinero [money, money]
¿Hay algo de malo en eso?"
De hecho, no te mentiré. Si sigues leyendo estas líneas puedes acabar sacando la billetera, te aviso de antemano.
Pero eso te lo cuento después.
Soy emprendedor desde que nací, aunque fue a los 29 años cuando monté mi primer negocio [que aún dirijo]
A los 8 ó 9 años ya vendí mi primer producto: bolsitas de pipas de girasol que cultivaba mi abuelo, y que yo vendía por unas pesetas a los vecinos del pueblo.
Aún recuerdo esas ‘ventas’ en frío. Contaba de quien era nieto, se reían y me daban su calderilla
[ puro neuromarketing ] [ y pura estrategia ]
Estoy seguro que a mi abuela no le hacía ninguna gracia: “¿qué van a pensar los vecinos, que somos muertos de hambre?”, gritaba mi abuela.
Y lo cierto es que no lo éramos. Simplemente esta actividad me divertía.
Esa fue mi primer experiencia con la Propuesta de Valor. Tal es así que te hago un adelanto: si me dejas tu email te envío mi ebook (un pdf vamos) sobre mi método «El Triángulo Invertido de la Propuesta de Valor«.
Pero cuidado: puede que después te intente vender algo.